Buscador de Vientos

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jueves, 29 de octubre de 2015

¿JUSTICIA POPULAR O FRUSTRACIÓN COLECTIVA?


En el Perú, bastó que un iluminado sugiera que es moralmente aceptable linchar delincuentes para que muchos (incluídas mentes brillantes) salgan a buscar objetivos para saciar su sed de "justicia" (¿o será frustración reprimida, o acaso simple venganza?).
Actitudes así, nos devuelven a un barbarismo que creíamos superado y que nos pone por encima de la ley, la justicia y la autoridad. 
Si tenemos el derecho para ajusticiar un ser humano sin garantías ni debido proceso, ¿quién nos garantiza no castigar un inocente?, ¿en qué nos diferenciaríamos del salvajismo de Trump, quien "per sé" decidió que los latinos no merecemos respirar su mismo aire, o de Hitler que decidió salvar su raza del cáncer delos judíos?... peligrosa presunción.
Este no es el fracaso de la policía nacional, o del poder judicial, no, de ninguna manera, este es el colapso de todo un sistema político que no se da cuenta que hace mucho está en “estado de coma” y que se aferra a la vida con cuanto “respirador artificial” encuentra.
Es el fracaso de los partidos políticos anquilosados (viejos o nuevos) que perdieron fondo ideológico, que no representan a nadie y que sólo sirven para legitimar al caudillo mesiánico de turno.
La política del S.XXI se hace (y mal) en la calle, en los medios de comunicación y en las redes sociales, eso lo mal entienden algunos sectores de la “izquierda” peruana y le basta para seguir su interminable agonía, mientras que la “derecha” peruana se caricaturiza a si misma, careciendo ambas de mensajes modernos, realistas y con sentido.
En este escenario encontramos una ciudadanía frustrada, casi sin esperanzas, fácil de seducir por discursos demagógicos, y obligada a elegir entre el cáncer o el sida, en la que los “encantadores de serpientes” encuentran un botín fácil de seducir… Pero también es una sociedad harta de tanta frustración y que busca incansablemente un verdadero liderazgo (“El hambre de las masas es tener a quien seguir”), por lo que es imperiosamente imprescindible que aquellos que aún conservan una cuota de evolución, desarrollo y modernidad, se reúnan y nos propongan soluciones prácticas y viables.
Pregunta final… ¿alguien recoge el guante y dice “yo”?
Carlos Alberto Campos

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