Buscador de Vientos

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martes, 25 de abril de 2017

¿QUÉ SON LOS "COLECTIVOS" VENEZOLANOS?

Los motociclistas llegaron con un estruendo; eran una falange de chaquetas rojas con ropa oscura. Algunos llevaban los rostros cubiertos mientras aceleraban los motores ante los manifestantes. Arrojaron bombas de gases lacrimógenos para dispersar a la multitud y, según los testigos, luego sacaron las pistolas y dispararon.
Carlos Moreno, de 17 años, cayó al suelo y un charco de sangre se formó alrededor de su cabeza. “Se le estaba saliendo la materia cerebral”, recordó Carlos Julio Rojas, un líder comunitario que presenció el tiroteo sucedido en Caracas el miércoles pasado.
Quienes estaban en la protesta dicen que los hombres uniformados que dispararon contra Moreno no pertenecían a las fuerzas de seguridad del gobierno. Eran miembros de bandas armadas que se han convertido en agentes clave para el presidente Nicolás Maduro, quien intenta sofocar las crecientes protestas contra su gobierno.
Esos grupos, que reciben el nombre de colectivos, forman parte del escenario político venezolano desde hace mucho tiempo, pues fueron fundados como organizaciones comunitarias a favor del gobierno. Según los expertos que estudian su conformación, se trata de civiles con entrenamiento policial que han sido armados por las autoridades.
Los colectivos controlan un vasto territorio del país y en algunos casos se financian por medio de actos delictivos como la extorsión, el contrabando en el mercado negro de alimentos regulados y el narcotráfico. El gobierno tolera sus actividades a cambio de lealtad.
Actualmente parece que desempeñan un papel importante en la represión de la disidencia.
Cientos de miles de manifestantes han tomado las calles de Caracas y otras ciudades exigiendo que se celebren elecciones. Las protestas se han intensificado debido a la crisis económica que ha generado una gran escasez de productos básicos como alimentos y medicinas —así como una reciente resolución del Tribunal Supremo de Justicia con la cual intentó asumir las funciones de la Asamblea Nacional— lo que ha contribuido a la desestabilización del país y se han convertido en la amenaza más grande para el gobierno actual desde el golpe de Estado que en 2002 destituyó, por unas pocas horas, a Hugo Chávez.
Maduro ha respondido desplegando efectivos de la guardia nacional armados con cañones de agua, balas de goma y perdigones para dispersar a las multitudes. Pero diversos expertos y testigos aseguran que, junto a las fuerzas de seguridad, también actúan los colectivos que se dedican a una intimidación más brutal y, en muchos casos, mortal.
“Esos son los verdaderos grupos paramilitares de Venezuela”, dijo Roberto Briceño-León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, un grupo académico que monitorea los actos delictivos en el país.
Los colectivos se han convertido en agentes represores a medida que han disminuido los ingresos del gobierno venezolano a causa de la creciente deuda externa y la caída de los precios del petróleo. Según muchos venezolanos, los colectivos aparecen en casi cualquier protesta en la que el gobierno perciba que los ciudadanos se pasan de la línea, desde los rutinarios conflictos laborales con sindicatos hasta las manifestaciones estudiantiles.
Eladio Mata, un dirigente sindical del sector salud, dice que el año pasado los miembros de un colectivo le dispararon cuando se estancaron las negociaciones en el Hospital Universitario de Caracas.
Mata cuenta que cuando llegó a la puerta principal del hospital se encontró con varios hombres que le impidieron salir. Él cree que fueron llamados por la directiva del hospital. Los miembros del personal intentaron ayudarlo a salir, pero un miembro del colectivo le disparó en la espalda. Luego tuvo que ser arrastrado a una sala de operaciones para una cirugía de emergencia.
“En este país está prohibido disentir”, dijo Mata.
Oscar Noya, un investigador de enfermedades infecciosas tropicales, dijo que su laboratorio ha sido objeto de actos vandálicos en unas 30 ocasiones, perpetrados por miembros de los colectivos que destruyen sus equipos y se llevan los cables eléctricos.
Noya cree que ordenaron vandalizar su sitio de trabajo porque suele publicar información sobre epidemias de enfermedades infecciosas que el gobierno no informa, particularmente la propagación de la malaria.
También comentó que las autoridades han guardado silencio ante sus repetidas denuncias, por lo que cree que los colectivos han “alcanzado un nivel de impunidad total”.
Los expertos dicen que los colectivos se originaron en los primeros días del gobierno de Chávez, quien originalmente los concibió como organizaciones sociales que le ayudaran a instaurar su visión de una revolución socialista que transformara los barrios pobres de Venezuela. Muchos tenían sus propios nombres, banderas y uniformes. Finalmente, el gobierno les impartió entrenamiento de armas y seguridad, para desplegarlos como un grupo de milicias.
A medida que los grupos se hicieron más poderosos, ejercieron su propia influencia, sobre todo respecto al control de actividades del crimen organizado como el tráfico de drogas en los barrios de Caracas.
Su poder llegó a ser tal que, en 2014, algunos tuvieron violentos enfrentamientos con la policía como parte de un esfuerzo por expulsar a un ministro del Interior y Justicia que trató de frenarlos. Más recientemente, otros miembros de colectivos han librado mortales reyertas con soldados durante el despliegue de operaciones militares que buscan contener el crimen organizado.
Según Fermín Mármol, un criminólogo de la caraqueña Universidad Santa María, esos grupos controlan el 10 por ciento de los pueblos y ciudades de Venezuela. Mármol explicó que la profunda inclinación ideológica de los colectivos significa que defenderán a Maduro a toda costa.
“Si la revolución pierde la presidencia mañana, los colectivos inmediatamente se convertirán en una guerrilla urbana”, dijo el experto.
Las bandas de colectivos han sido acusadas de ataques contra periodistas que cubren sus actividades en las calles. Sin embargo, en algunas entrevistas, sus líderes han negado cualquier vinculación con actividades criminales y dijeron que se dedicaban a defender la revolución.
A pesar de sus ataques contra los disidentes, para algunos venezolanos de los sectores más pobres los colectivos se han convertido en una fuente de orden aceptada por la gente.
Haide Lira, de 58 años, es una asistente administrativa que vive cerca del barrio de clase trabajadora La Vega y dijo que los enfrentamientos entre manifestantes y los colectivos han sorprendido a los vecinos. Ella simpatiza cada vez menos con quienes protestan. “Así no se presiona a un gobierno”, opinó.
Sobre los colectivos, comentó: “Ellos ponen orden donde hay desorden. Es cierto, son civiles armados, pero ¿qué se puedes hacer en este mundo que está al revés?”.
Pero los ataques contra los manifestantes han traumatizado a muchos, como es el caso de Rojas, el líder comunitario que fue testigo de la muerte de Carlos Moreno. Cuenta que los manifestantes intentaron salvar a Carlos; subieron su cuerpo a una motocicleta para que llegara rápido a un hospital, donde fue declarado muerto.
Algunos trataron de perseguir a los agresores, pero fueron refrenados por otros que les dijeron que sería inútil. Rojas trabaja con políticos de la oposición y explicó que se había acostumbrado a los ataques, que durante mucho tiempo han formado parte de su trabajo como activista.
“Atacan a sus vecinos cuando están en las filas para alimentos y son identificados como miembros de la oposición, atacan a los dueños de tiendas cobrándole extorsiones y atacan a los panaderos quitándole parte de su producción para venderla en el mercado negro”, contó. “No son verdaderos colectivos, o actores políticos. Son criminales”.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/04/22/colectivos-venezuela-nicolas-maduro/?em_pos=small&emc=edit_bn_20170424&nl=boletin&nl_art=1&nlid=78068521&ref=headline&te=1

¿SE PUEDE DESAPRENDER EL MACHISMO?

El machismo ha estado presente en la sociedad mexicana desde hace mucho tiempo. Presente en las telenovelas, películas, ámbitos laborales, familias y relaciones; ha sido tolerado e, incluso, celebrado.
Pero el contexto está cambiando.
El aumento en las tasas de violencia de género en los últimos años y un movimiento por los derechos de la mujer cada vez más público han forzado a los mexicanos a lidiar con el machismo en la sociedad y con el daño que provoca esa misoginia.
Tales esfuerzos cobraron un mayor ímpetu en el Día Internacional de la Mujer, cuando hubo marchas multitudinarias en varias ciudades y el presidente Enrique Peña Nieto pidió “dar una lucha central contra cualquier forma de machismo”.
Ese reconocimiento público fue visto por activistas de los derechos de la mujer como un buen comienzo, pero hay escepticismo sobre si podría haber cambios en la sociedad. El argumento es que solo puede suceder si se confrontan las ideas machistas desde la raíz.
Eso es lo que intenta hacer Gendes, un grupo de investigación y activismo en Ciudad de México que busca impulsar la reflexión en los hombres por medio de educación, terapia y campañas de concientización.
Jorge es un profesor universitario de la capital mexicana (pidió que no se use su apellido para proteger la privacidad de su familia) que se integró a la terapia grupal tras toparse con un panfleto de Gendes.
Poco antes se había comportado de manera violenta con su esposa. Cuando llegó media hora tarde a encontrarse con él para ver una película, Jorge se enfureció porque ella no parecía estar arrepentida. La discusión se movió del cine a su departamento donde Jorge tiró a la mujer al piso, la golpeó en la cara y le dejó la nariz ensangrentada.
Fue la primera vez que su enojo había resultado en violencia física, aseguró, y temía que su esposa lo dejara.
“Tenía que hacer algo”, dijo Jorge. “Era por curiosidad saber si podía cambiar y aprender nuevas formas de relacionarme, sobre todo con mujeres”.
Rubén Guzmán imparte talleres de Gendes y dice que el propósito es “desaprender quién te enseñaron que eres”.
La terapia gratuita, con reuniones tres veces por semana, busca cuestionar las creencias culturales que propagan el machismo, dijo Antonio Vargas, director y fundador de Gendes.
Hace unas semanas una decena de hombres, incluido Jorge, se reunieron en una pequeña sala de conferencias en la oficina de Gendes para discutir por qué son propensos a la ira y la misoginia.
Jorge habló sobre un nuevo incidente, pues su esposa lo había descubierto viendo fotografías de otra mujer en su iPad.
Intentó defenderse: “Solo vi, no es pecado. Todos los hombres lo hacen”, dijo.
Guzmán, el facilitador de la terapia, lo interrumpió. “¿Qué estás haciendo ahora?”.
Jorge se quedó callado, pero otro integrante del grupo, Héctor, respondió: “Justificarse”.
“¿Qué tipo de violencia o autoridad está ejerciendo?”, volvió a preguntar al grupo Guzmán. De nuevo, alguien más respondió: “Emocional y sexual”, dijo un hombre llamado Agustín.
“¿Y por qué?”, preguntó de nuevo Guzmán.
“Porque rompí acuerdos de sinceridad y fidelidad”, dijo Jorge.
En una entrevista después de la sesión de terapia, Jorge dijo que realmente estaba trabajando para desaprender su machismo, que atribuye a su niñez en un vecindario de bajos ingresos en las afueras de Ciudad de México.
“Lo aprendí en mi entorno violento, donde si no violentabas eras víctima”, dijo. “Pero no quiero que mis hijos repitan mis patrones, que mi hijo sea un machín o mi hija piense que la única forma de resolver las cosas es a través de la violencia”.
Según Gloria Careaga, experta en Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México, los hombres no han sabido encontrar nuevas maneras de relacionarse con las mujeres a medida que empiezan a cambiar los roles de género. Las mujeres, por ejemplo, han logrado integrarse más a la política, en parte por medidas de participación paritaria.
“En nuestro país se han hecho múltiples esfuerzos por mejorar y abrir las formas de ser para las mujeres, cosa que no ha se ha abierto para los hombres”, dijo Careaga.
Esa tensión ha llevado a muchos hombres a ser violentos, añadió.
La cantidad de homicidios de mujeres se duplicó de 2007 a 2015 al pasar de 1086 casos a 2555, según datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, una coalición de grupos de defensa de los derechos humanos y de las mujeres que estudia la violencia de género. El año pasado los mexicanos salieron a las calles en una decena de ciudades en la primera manifestación de coordinación nacional contra el machismo y la violencia hacia las mujeres.
Varias empresas mexicanas también han intentado cambiar sus modos. La cerveza Tecate, cuyas campañas usualmente representaban a las mujeres como objetos, lanzó una campaña televisada en verano de 2016 que mostraba a mujeres con moretones y golpes. “A un hombre lo define cómo trata a una mujer. Si no la respetas Tecate no es para ti”, dice el anuncio.
Pero es difícil erradicar las costumbres.
“Es muy cómodo construirse como hombre en México, tiene muchos beneficios”, dijo Vargas, el fundador de Gendes. “No es fácil renunciar al privilegio”.
Los hombres que participan en las terapias grupales lo saben y todos batallan por reconocer, entender y cambiar su comportamiento.
En una sesión reciente todos tenían la mirada en el piso. Hubo varios suspiros durante la conversación.
Un hombre llamado Alejandro dijo que su novia descubrió que le había enviado mensajes de índole sexual por WhatsApp a una vecina. “Intenté controlarla al coquetear con la vecina”, dijo. “Eso es violencia emocional y sexual”.
Otro hombre, Federico, admitió que había buscado intimidar a su hermana al romper una ventana. Fabián contó que le respondió a su novia cuando lo acusó de ser infiel empujándola de la cama. Héctor confesó que había agarrado forzosamente a su esposa por los brazos y que había demandado que lo escuchara.
Guzmán, el facilitador, le pidió a los presentes que nombraran las emociones que sentían tras escuchar las confesiones de los demás. Miedo, dijeron. Tristeza.
Esperanza. Al final de la sesión, Jorge hizo una reflexión sobre su progreso y el camino que le falta por recorrer.
“Ahora la pregunta es: ¿qué más hago? ¿Se puede vivir sin violencia? Tengo la esperanza de que es posible”.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/04/24/eliminar-machismo-sociedad-mexicana-gendes/?em_pos=small&emc=edit_bn_20170424&nl=boletin&nl_art=0&nlid=78068521&ref=headline&te=1

FRANCIA VIVE CAÍDA DE PARTIDOS POLÍTICOS

Con su avance a la segunda vuelta del 7 de mayo, Marine Le Pen logró sacar al Frente Nacional de la periferia política. Desde la Segunda Guerra Mundial, ninguna fuerza antiinmigrante y de ultraderecha ha estado tan cerca del poder en Francia.
Eso ha causado tanta preocupación en el país que, cuando fueron anunciados los resultados preliminares, prácticamente el resto de los rivales de la contienda —fueron once candidatos— le pidieron a sus partidarios que votaran contra Le Pen. Hicieron llamados para que sus simpatizantes respalden al exministro de Economía, Emmanuel Macron, pese a que es un político novato que no está tan vinculado a los círculos tradicionales del poder.
La primera vuelta fue un terremoto para Francia, debido a que el triunfo de Le Pen y Macron plantea una ruptura con la política establecida. Los dos partidos que gobernaron al país durante los últimos cincuenta años sufrieron una derrota rotunda; no recibieron el apoyo de los electores por la insatisfacción popular causada por el estancamiento económico y los problemas de seguridad de la nación.
El respaldo inmediato a Macron por parte de políticos de todo el espectro es parte de una dinámica que ha prevalecido cada vez que el Frente Nacional se acerca al poder ejecutivo: esa alianza ha recibido el nombre de “Frente Republicano”. La gran pregunta es si esa coalición funcionará en este momento.
“El extremismo solo traerá división e infelicidad”, dijo François Fillon, el candidato de Los Republicanos, de centro derecha y quien hasta hace cuatro meses, cuando salieron a la luz varias acusaciones de corrupción, era el favorito. “No hay más opción que votar contra la extrema derecha”, añadió.
El candidato del gobernante Partido Socialista, Benoît Hamon —cuyo quinto lugar es muestra clara del rechazo al poder establecido—, fue igual de contundente. A pesar de que durante la campaña fue hostil con Macron, dijo: “Hay una clara distinción entre un adversario político y un enemigo de la república”. Al pedirle a los socialistas que votaran por Macron, recalcó: “Esto es muy serio”.
Solo Jean-Luc Mélenchon, de extrema izquierda y quien se disputa el tercer lugar con Fillon, se mantuvo aparentemente impasible y dijo que esperaría hasta que terminara el conteo. Sin embargo, algunos de sus partidarios reconocieron que no pasaría a la segunda vuelta por lo que debían respaldar a Macron.
Los analistas y los sondeos fracasaron al predecir el brexit y el triunfo de Donald Trump, por lo que muchos son recelosos al momento de descartar la posibilidad de un triunfo de Le Pen. Sin embargo, encuestas preliminares para la segunda vuelta muestran que el margen de victoria de Macron es de hasta un 25 por ciento.
Es cierto que Le Pen se ha centrado en alejar a su partido de las raíces racistas, antisemitas y la nostalgia por el nacionalsocialismo que lo han caracterizado. Esa estrategia ha surtido efecto pues hasta la última semana de campaña —cuando hizo comentarios más claramente antiinmigrantes y desató controversia por unas declaraciones sobre los judíos— sus discursos se enfocaban en “recuperar la soberanía” de Francia al separarse de la Unión Europea y “restablecer” las fronteras del país.
No obstante, el trasfondo de prejuicios sigue presente en los mítines del Frente Nacional y un sentimiento antimusulmán es notorio en los discursos de la candidata. Además, las encuestas muestran que la mayoría de los franceses opina que el partido es una amenaza a la democracia del país.
En 2002, el padre de la candidata, Jean-Marie Le Pen, sorprendió a sus compatriotas al lograr llegar a la segunda vuelta dejando fuera de la contienda al Partido Socialista, por lo que la mayoría de los socialistas acudieron a las urnas —tapándose la nariz— para respaldar a Jacques Chirac, el candidato de centro derecha que tenía un historial plagado de escándalos. Jean-Marie Le Pen sufrió una fuerte derrota.
En las elecciones regionales celebradas en diciembre de 2015, el Frente Nacional parecía encaminado a conseguir el control de dos regiones; una en el norte y la otra en el sureste. Al final, en la segunda vuelta, no logró llegar al poder en ninguna. El “Frente Republicano” actuó y el Frente Nacional quedó fuera.
Parece que lo mismo sucederá con Marine Le Pen en esta ocasión. Obtuvo un 21 por ciento del voto frente al 24 por ciento de Macron, una “victoria a medias” según Joël Gombin, investigador francés especializado en el Frente Nacional. “El resultado quedó por debajo de lo que esperaba el partido y lo que predecían las encuestas”.
Para Gombin, a la agrupación de ultraderecha también podría irle mal en las próximas elecciones legislativas de junio.
Según el experto, para que Le Pen pueda ganarle a Macron necesita conseguir los votos de más de la mitad de los partidarios de Fillon. Ninguna encuesta prevé que pueda lograr eso; el electorado de Fillon es conservador, pero no radical.
“El Frente Nacional no pudo conseguir los votos de la derecha”, dijo Gombin. “Y parece que prevalecerá la dinámica del Frente Republicano. Por el momento, no hay razón para pensar que se vaya a fracturar”.

Fuente: https://www.nytimes.com/es/2017/04/24/analisis-francia-vive-un-terremoto-politico-pero-todos-se-unen-en-contra-de-marine-le-pen/?em_pos=large&emc=edit_bn_20170424&nl=boletin&nlid=78068521&ref=headline&te=1